“Además de sobrevivir al medio y la lucha diaria, también hay que aprender a sobrevivir a uno mismo.”
-Walter Riso (Enamórate de ti)
El tema del que partiremos hoy y el que es la base fundamental para construir un buen autoestima es el autoconcepto.
El autoconcepto son todas aquellas percepciones, ideas y creencias sobre nosotros mismos que hemos adquirido de manera consciente e inconscientemente al estar en contacto con el medio en el que nos desenvolvemos, cada cosa a nuestro alrededor ha contribuido a que tengamos una o varias ideas acerca de quiénes somos. Es muy importante recalcar que muchas veces esta imagen que tenemos de nosotros mismos es negativa e incluso errada, lejos de la realidad, lo que produce que vivamos en un estado de desvaloración y confusión por no saber realmente quiénes somos, qué queremos y hacia dónde vamos.
Para poder descubrir si el autoconcepto que tenemos de nosotros mismos es el adecuado debemos examinar que no estemos cayendo en estos hábitos que lejos de acercarnos a nuestro verdadero yo, nos alejan y provoca que tengamos una mala autoimagen:
1. La mala autocrítica: muchas veces nos planteamos el hecho en que deberíamos ser más de lo que ya somos, o que deberíamos ser o no ser como tal persona y con esto nos exigimos a nosotros mismos más de lo debido, más de lo sano, cuando en realidad estamos muy distantes de ser perfectos, solemos ser nuestro juez más grande y nos criticamos por todo. No debemos autocriticarnos despiadadamente, autoobservarnos obsesivamente y dejar de querer tener un autocontrol excesivo sobre nosotros.
2. La autorrotulación (¿soy o me comporté?): en ocasiones tendemos a ponernos etiquetas en base a determinados actos que realizamos, pero que no nos definen, y al creer que realmente somos lo que hacemos en algunas situaciones generamos una idea errónea, por ejemplo: pueda ser que la idea de creer que somos torpes se quede grabada en nuestro cerebro y por lo tanto nos haga actuar de esta manera, pero realmente no es que lo seamos, sino más bien nos comportamos. Solemos creer que somos muchas cosas de las cuales nada más fueron maneras en las que actuamos, y al entender esto nos hace ver que lo que somos va más allá muchas veces de lo que fue un simple acto que puede ser remediado y ya no volver a hacerse.
3. Autoexigencia despiadada: las personas solemos regirnos bajo estándares internos que pueden llegar a ser inalcanzables y mediante estos nos evaluamos, pero debemos tener un severo cuidado ya que esto puede acabar con nuestra salud mental, produciéndonos estrés y frustración por no encajar en nuestro modelo perfecto acerca de lo que deberíamos ser. Por eso debemos ser objetivos y racionales en cuanto a nuestras metas, todo es parte de un proceso en el que paso a paso podemos construirnos en base a lo que sea mejor para nosotros y nos produzca bienestar.
4. El miedo al cambio: el autoconcepto está sujeto querramos o no al cambio ya que conforme el tiempo avanza adquirimos nuevos conocimientos, experiencias y puntos de vista, lo que nos lleva a revisarnos y poder considerar modificar ciertas cosas, y contrario a lo que creemos, no está mal hacerlo, ser flexibles es una virtud que nos hace tener una mayor inteligencia emocional, siempre teniendo en cuenta el no caer en los hábitos anteriores.
Debemos autoexaminarnos profundamente, siendo sinceros y enfrentándonos a lo que realmente hay dentro de nosotros y así darnos la oportunidad de ser nuestra mejor versión sin frustrarnos porque nos exigimos demasiado. Recordemos que la construcción de nuestro ser es progresiva. Es indispensable quitar todas aquellas ideas erróneas que nos ha impuesto la sociedad, amigos e incluso nuestra familia acerca de lo que deberíamos ser.
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